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Los teléfonos celulares regresan a las aulas con el apoyo de los profesores

Priscilla Farinas, una profesora de inglés en la escuela Social Justice Humanitas Academy en San Fernando, recientemente se paró enfrente de sus 31 estudiantes e hizo un anuncio que aparentemente viola la política oficial del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD, por sus siglas en inglés).

“Esta es la única ocasión en que voy a dejarlos sacar sus teléfonos celulares”, dijo, indicándoles a los estudiantes que compartieran su definición de “privilegio” por mensaje de texto como parte de una lección sobre “El Gran Gatsby”.

Los estudiantes inmediatamente tomaron sus dispositivos móviles y sus textos poblaron una pantalla colocada en la parte delantera del aula. Todos los estudiantes parecían centrados en su trabajo escolar.

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Farinas quería darle vuelta al guión: En lugar de regañar a sus alumnos por utilizar sus teléfonos, quería ponerlos a trabajar utilizando sus celulares como una herramienta de aprendizaje. Ella se encuentra entre un creciente número de profesores quienes están instruyendo a los estudiantes a utilizar sus teléfonos para realizar investigación, escuchar música, calcular problemas matemáticos o tomar fotografías de las tareas.

“Estamos tratando de mantenerte interesado”, dijo Farinas. “Esto es parte de una lección más grande: ‘Hay un momento y un lugar para utilizar el celular”.

Mientras que los teléfonos celulares se han hecho omnipresentes en las escuelas, cada vez se ha vuelto más difícil para los administradores manejar su uso. En un dramático incidente recientemente grabado en un celular, un oficial del Sheriff de Carolina del Sur arrastró a una estudiante fuera de su silla después de que supuestamente se negó a entregar su teléfono.

En el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, una política oficial ordena confiscar los teléfonos utilizados inapropiadamente en clase; los estudiantes pueden conservar sus dispositivos si están apagados. Pero las escuelas hacen cumplir esa regla de manera desigual. Muchos profesores toman enfoques de disciplina alternativos como colocar los teléfonos en bolsas de papel sobre el escritorio, hacerse de la vista gorda o simplemente pidiéndoles a los estudiantes que los guarden.

Mónica Ratliff, miembro de la junta escolar de Los Ángeles, quien encabezó un Comité que investigó el desafortunado plan de iPads del distrito, dijo que los maestros deberían tener cierta autonomía sobre cómo administrar el uso de la tecnología. “No creo que sea sabio proponer un enfoque único aplicable para todos”, dijo.

Ratliff también dijo que es inútil pensar que los estudiantes no van a utilizar sus teléfonos en clase, y el prohibirlos uniformemente durante la clase es el enfoque equivocado.

Los estudiantes a menudo usan sus teléfonos en las aulas -- y eso puede ser bueno, dijo Ratliff. Cree que la política de LAUSD debe actualizarse para incluir pautas de uso en las aulas porque no “refleja lo que está sucediendo en las escuelas”.

En Humanitas Academy, los administradores dicen que rara vez tratan con problemas de disciplina relacionados con los teléfonos. Como una escuela piloto del LAUSD, a los maestros se les da más autonomía. Esto se extiende a los teléfonos celulares.

“Puedes tener tu teléfono celular, pero tiene que ser utilizado apropiadamente”, dijo el director José Luis Navarro. “Es este cambio de paradigma. Lo tienes y confiamos en que lo vas a utilizar apropiadamente”.

Erick Vega, de 16 años de edad, notó un enfoque diferente en Humanitas que en su escuela secundaria. “No confían en nosotros para utilizar nuestros teléfonos”, dijo. Así que cuando sacaba su teléfono “para tomar una foto de una tarea o tomar notas, suponían que estábamos revisando las redes sociales o los juegos”.

La familia de Vega no tiene una computadora en casa y su servicio de telefonía celular fue cancelado hace unos meses, pero utiliza su dispositivo móvil para leer, realizar ejercicios de Google Classroom y tener acceso a las aplicaciones como Remind que sus profesores utilizan para comunicarse con los estudiantes. Esa confianza crea un sentido de responsabilidad para usar su teléfono apropiadamente, dijo

A nivel nacional, la mayoría de los distritos escolares están revirtiendo sus prohibiciones sobre los dispositivos móviles de los estudiantes, dijo Liz Kolb, profesora adjunto en la Facultad de Educación de la Universidad de Michigan. Los distritos han encontrado que el prohibir los teléfonos celulares no funciona porque los estudiantes siempre encontrarán maneras para traerlos -- y porque muchos maestros creen que los teléfonos tienen algún valor educativo

Un beneficio adicional, dijo Kolb, es que al permitir que los estudiantes traigan dispositivos a menudo es una opción más asequible para las escuelas que el proporcionar uno para cada estudiante. En marzo, el Departamento de Educación de la Ciudad de Nueva York revocó su estricta prohibición y les permitió a las escuelas tener mayor autonomía. “El levantar la prohibición de los teléfonos celulares es por sentido común”, dijo en ese momento la canciller escolar Carmen Fariña.

En Humanitas, la cual no provee a cada alumno con una computadora portátil o una tableta, los dispositivos personales les ayudan a los estudiantes a mantenerse en contacto con el salón de clases. A pesar del empobrecido cuerpo estudiantil de la escuela — el 94% está clasificado como socioeconómico en desventaja — casi todos los estudiantes tienen un dispositivo móvil en la clase de Farinas. Cuando un estudiante no cuenta con uno, Farinas, una profesora de segundo año, le presta el suyo para realizar la tarea.

Sin embargo, la distracción de los celulares nunca desaparece por completo. Incluso antes de que Farinas les pidiera a sus alumnos que tomaran sus teléfonos, muchos ya tenían un dispositivo sobre sus escritorios. Algunos los utilizaban para los propósitos de la clase: Un estudiante lo tenía listo en caso de que la maestra quisiera que le tomaran una foto a una tarea; otra estudiante lo tenía para demostrar que había enviado su tarea por correo electrónico. Pero otros los utilizaban para fines menos relevantes: Un chico dibujó un diseño único para la cubierta de su teléfono y una joven rápidamente sacó el teléfono de su bolsa para revisar la hora.

Alexander Tin, un estudiante de último año de la escuela Humanitas, de 17 años de edad, reconoce que al igual que cualquier otro estudiante, hay momentos en los que su mente vaga y toma su teléfono.

“Ya sea porque no estoy completamente atento a lo que estamos aprendiendo o porque estamos recibiendo tanta información a la vez y necesitamos un descanso”, dijo.

Siente que no hay marcha atrás. “Es obvio que los teléfonos son esenciales”, dijo. El no permitirlos en clase “sólo hará que los estudiantes estén menos informados”.

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Twitter: @dhgerson

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