Anuncio

¿Es el amor un sentimiento universal? Según un nuevo estudio, los idiomas del mundo describen las emociones de formas muy diferentes

Los investigadores trazaron un mapa de los significados de las palabras que comunican emociones en casi 2.500 idiomas y encontraron grandes diferencias en la forma en que se expresan.

¿Es el significado del amor algo verdaderamente universal? Según un nuevo estudio, podría depender del idioma que se hable.

Los científicos que buscaron patrones semánticos en casi 2.500 idiomas de todo el mundo descubrieron que las palabras que representan emociones -como angustia, dolor y felicidad- pueden tener significados muy diferentes dependiendo de la familia lingüística de la que provengan.

Los hallazgos, descritos en la revista Science, arrojan luz sobre la diversidad de los sentimientos humanos expresados en todo el mundo, a la vez que mapean algunos hitos lingüísticos comunes entre los paisajes emocionales de los idiomas.

Anuncio

“Vamos por la vida asumiendo que la experiencia de los demás es la misma que la nuestra porque la nombramos con la misma palabra, y esto sugiere que quizás no sea así”, afirmó la autora principal, Kristen Lindquist, psicóloga y neurocientífica de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. “Creo que hay algunas implicaciones reales sobre cómo entendemos los comportamientos emocionales y sociales de las personas en todo el mundo”.

Muchos idiomas tienen términos cuyos significados parecen tan específicos y matizados que no hay forma de traducirlos; sólo pueden citarse en su forma original. Consideremos por ejemplo schadenfreude, en alemán, que es el placer derivado de la desgracia de otro, o sehnsucht, una especie de profundo anhelo por una vida alternativa.

Ese tipo de vocablos de emociones a menudo están arraigados en la cultura de la que surgieron, comentó Asifa Majid, una científica cognitiva de la Universidad de York, en Inglaterra. La académica señaló la sensación de awumbuk, que la gente de Baining, en Papua Guinea, experimenta cuando sus invitados se marchan después de pasar la noche. La gente queda apática, escribió en un comentario que acompaña al estudio, algo parecido a tener una “resaca social”.

Sin embargo, muchos idiomas también tienen palabras que los angloparlantes podrían considerar emociones “básicas”: amor, odio, ira, miedo, tristeza, felicidad. Las primeras teorías, influenciadas por Charles Darwin y vinculadas con las estructuras biológicas compartidas en los humanos, sugieren que hay ciertas emociones universales que sirven como material de origen para todas los demás, tal como funcionan los colores primarios, que pueden combinarse para crear muchos tonos nuevos.

Pero así como el trabajo posterior sugirió que las diferentes culturas no siempre categorizan el color de la misma manera, existe un creciente entendimiento de que incluso esas emociones supuestamente “primarias” pueden tener sus propios significados y matices en diferentes culturas, que no son directamente traducibles.

Ello plantea una pregunta intrigante: ¿son las emociones “básicas” verdaderamente universales, o son más bien específicas de una cultura y su idioma?

“Este es también un gran debate en lingüística y ciencia cognitiva y filosofía”, explicó Lindquist. “¿Cuánto habla el lenguaje acerca de la experiencia, y le da forma?”

Responder esta pregunta es realmente difícil porque los estudios transculturales sobre la emoción a menudo comparan sólo dos grupos; incluso cuando hay más involucrados, generalmente son de países industrializados y globalizados. También es complicado evitar ciertos tipos de sesgos entre los experimentadores y los participantes del estudio.

Entonces Lindquist y sus colegas intentaron un enfoque diferente. Crearon una base de datos que se basó en diccionarios de traducción y listas de términos de 2.474 idiomas hablados en 20 familias de lenguas principales. Su muestra incluyó aproximadamente un tercio de los idiomas del mundo, entre ellos algunos hablados por millones de personas y otros utilizados por unos pocos miles.

Los más de 100.000 vocablos que recolectaron presentaban 2.439 conceptos únicos, incluyendo dos docenas de emociones. Los estudiosos aprovecharon un fenómeno llamado colexificación, que ocurre cuando los idiomas tienden a usar una palabra para cubrir más de un concepto (por ejemplo, en ruso hay una palabra que designa mano y brazo, y en muchos idiomas la misma palabra puede significar corteza, piel o cuero). Estos significados superpuestos le dan a los científicos un mayor entendimiento de las ideas centrales que subyacen en los vocablos.

Para cada idioma, los investigadores utilizaron métodos estadísticos para crear una red de significados compartidos o superpuestos de palabras que expresan conceptos de emoción. Eso les ayudó a ver qué sentimientos los hablantes de un idioma dado consideraban similares entre sí, y cómo esos juicios de similitud emocional diferían según la lengua que hablaban.

Los científicos descubrieron que todos los idiomas estudiados parecían diferenciar las emociones en función de dos factores clave: valencia (cuán agradable o desagradable es una emoción) y activación (el nivel de excitación fisiológica asociada con una emoción). Estos, dijo Lindquist, probablemente estén relacionados con estados fisiológicos; un guiño al papel que la biología puede desempeñar en las emociones.

Sin embargo, más allá de esos dos factores principales, los investigadores descubrieron que las familias lingüísticas codificaban los sentimientos en una amplia variedad de formas.

Tomemos la palabra persa ænduh, que se usa para expresar las emociones conceptualizadas en inglés como “pena” y “arrepentimiento”. El dialecto Sirkhi de Dargwa, en contraste, usa dard para transmitir tanto “pena” como “ansiedad”. Los hablantes persas, según parece, piensan que el dolor está más relacionado con el arrepentimiento, mientras que los hablantes de Dargwa lo consideran más similar a la ansiedad.

La “ira”, otra emoción que los angloparlantes podrían considerar básica, también reveló su complejidad.

En los idiomas indoeuropeos (un grupo enorme que incluye lenguas tan dispares como el inglés y el hindi-urdu), estaba estrechamente relacionada con el concepto emocional de “ansiedad”. Pero en los idiomas austroasiáticos (que incluyen el vietnamita y el jemer), el término “ira” está relacionado con el “dolor” y el “arrepentimiento”. Los idiomas nakh-daghestanianos (que incluyen lenguas del noreste del Cáucaso, como el checheno) conectan la ira con la “envidia”, mientras que los idiomas austronesios (una familia que incluye el tagalo y el maorí) relacionan la ira con el “odio”, lo “malo “y “orgulloso”.

“Interpretamos que estos hallazgos significan que los vocablos de emoción varían en significado según los idiomas”, escribieron los autores del estudio, “incluso si a menudo son equiparados en los diccionarios de traducción”.

Los investigadores también detectaron que las lenguas cuyos hablantes históricamente vivían en proximidad geográfica tendían a compartir redes de significado similares. Queda por ver si esto se debe a que comparten una herencia lingüística o porque toman prestado generosamente de sus vecinos, explicaron los científicos.

Majid calificó la amplitud de los idiomas y la extensa gama de conceptos emocionales cubiertos en el documento como “sin precedentes”. “Pensé que era realmente emocionante”, aseguró en una entrevista. “Es una nueva forma de tratar de ver cómo se expresan las emociones”.

Anna Wierzbicka, lingüista de la Universidad Nacional de Australia, que no participó en el estudio, elogió el trabajo por describir la amplia gama de significados emocionales integrados en diferentes idiomas.

Pero la experta, quien escribió varios libros sobre lenguaje, cultura y significado, también advirtió sobre los peligros de usar el inglés como idioma predeterminado al analizar los significados de estos conceptos emocionales.

“Si queremos entender la experiencia emocional en otras culturas”, remarcó, “realmente deberíamos olvidar ciertas categorías en inglés, como tristeza, dolor, etc., y tratar de ver lo que otras personas experimentan fuera de este vocabulario anglo de emociones”.

En cambio, señaló otros métodos que podrían aprovechar los conceptos de palabras de uso universal, como “bueno” y “malo”, y “antes” y “después”, para construir cuidadosamente las definiciones de estos conceptos emocionales con un menor riesgo de sesgo.

En cuanto a los investigadores, Lindquist indicó que ella y sus colegas desean usar su método para estudiar no sólo las emociones, sino también otros estados cognitivos, como la memoria, y los estados corporales, como el hambre. “Lo que es tan poderoso acerca de esta metodología es que nos permite examinar realmente lo que la gente piensa acerca de una serie de conceptos distintos, a una escala sin precedentes”, consideró.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

Anuncio